El anarquismo es un amparo al que no demasiadas personas concurren. No deja de ser curioso llamar "amparo" a lo que es ahora una sombra de su antiguo esplendor político y cultural, pero los lugares o creencias que nos brindan refugio y certeza a veces caben en la cabeza de un alfiler. La palabra "anarquismo" suena hoy menos tremebunda que insólita, como si se mencionara un ave pesada que nunca pudo volar o un mamífero cuyo último ejemplar fue avistado muchas décadas atrás. Era, además, un animal acostumbrado a las batidas y a ser cazado en abundancia. Se diría que el agotamiento, la persecución o el irreversible decrecimiento demográfico han sellado su destino, pero cualquier adherente a las ideas libertarias es conciente de la larga lista de fracasos que lo rodean y preceden, y también de los escasos pero muy significativos logros. Cada uno de ellos exigió de un enorme esfuerzo amén de haberse cobrado su libra de sangre. Se comprenderá que un movimiento de ideas tan radical haya nacido casi extinto. Sus tareas eran las de un Hércules; sus enemigos, antiguos e inmensos como pirámides; y sus fuerzas, limitadas y la fin fatigadas.

De no haber existido anarquistas nuestra imaginación política sería más escuálida y miserable. Y aunque se filtre unicamente en cuentagotas, la "idea" sigue siendo un buen antídoto contra las justificaciones y los crimenes de los poderosos.

CABEZAS DE TORMENTA- CHRISTIAN FERRER- UTOPÍA LIBERTARIA

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El anarquismo es un amparo al que no demasiadas personas concurren. No deja de ser curioso llamar "amparo" a lo que es ahora una sombra de su antiguo esplendor político y cultural, pero los lugares o creencias que nos brindan refugio y certeza a veces caben en la cabeza de un alfiler. La palabra "anarquismo" suena hoy menos tremebunda que insólita, como si se mencionara un ave pesada que nunca pudo volar o un mamífero cuyo último ejemplar fue avistado muchas décadas atrás. Era, además, un animal acostumbrado a las batidas y a ser cazado en abundancia. Se diría que el agotamiento, la persecución o el irreversible decrecimiento demográfico han sellado su destino, pero cualquier adherente a las ideas libertarias es conciente de la larga lista de fracasos que lo rodean y preceden, y también de los escasos pero muy significativos logros. Cada uno de ellos exigió de un enorme esfuerzo amén de haberse cobrado su libra de sangre. Se comprenderá que un movimiento de ideas tan radical haya nacido casi extinto. Sus tareas eran las de un Hércules; sus enemigos, antiguos e inmensos como pirámides; y sus fuerzas, limitadas y la fin fatigadas.

De no haber existido anarquistas nuestra imaginación política sería más escuálida y miserable. Y aunque se filtre unicamente en cuentagotas, la "idea" sigue siendo un buen antídoto contra las justificaciones y los crimenes de los poderosos.