De día en las calles cartoneaba un poco y con los pesos que juntaba se compraba algo para tomarse unas cervezas y lo demás, claro, era para entrar al cine porno. 

Por alguna viciada razón El Malincho creía que siempre se saldría con la suya y tal vez de alguna manera así fue. Quizás sus inconciencias con las que avanzaba sobre la vida no eran más que la furiosa ceguera del hambre y soledad. Sí, como un animal, quizá.  

Pero hasta los animales ,ás insignificantes tienen intacto el instinto de supervivencia... pero El Malincho no. El Malincho ea un pibe de lo más hermoso de este condenado mundo. Su belleza brutal apenas desdibujada por su apariencia desdeñada. Un ardiente potrillo salvaje al que me habría montado cada instante para huir de este universo. Pero quiz-a vinieron días que él no podría ni haber imaginado.